A veces creemos que los
temas relacionados a la identidad y autoestima son solo para abordarlos en la
adolescencia, y que en nuestra edad adulta ya no es de interés o necesario dar
un espacio para analizarlos, pero la verdad es que nunca está demás revisar los
conceptos que tenemos sobre lo que percibimos como nuestra identidad y más aún
si lo hacemos bajo la perspectiva bíblica.
En su libro "Mirate como Dios te mira", Josh McDowell
afirma que el plan de Dios óptimo para que tengamos una identidad sana comienza
con una familia cristiana: un hombre y una mujer plenamente consagrados a amar
a Dios y amarse mutuamente como marido y mujer.
Ahora ¿por qué McDowell
utiliza la palabra óptimo para referirse al plan de Dios para una identidad
sana? Con esta palabra está dando por sentado que no hay otro camino que pueda ser mejor al ya establecido por
Dios, nosotros podemos recurrir a la voz de psicólogos, especialistas en el área,
leer infinidad de libros, (incluyendo el de McDowell), pero ninguna filosofía,
ni ciencia podrá darnos una respuesta completa como lo hace lo que la misma
Palabra de Dios nos dice sobre cómo
llegar a ser personas completas, únicas
y competentes.
Dios ha establecido que para
que podamos tener una saludable identidad propia, la base de su desarrollo
debería ser en el núcleo de una familia “Cristiana”, es decir que no es
suficiente el crecer en una familia donde se cuenta con la figura de papá y
mamá, sino que en esta familia debe ser evidente que ambos están completamente
dedicados a amar a Dios porque es el centro de su vida y matrimonio; y amarse
el uno al otro.
Esto no quiere decir que las
personas que no tienen la dicha de crecer en un hogar donde estén las dos
figuras presentes no puedan desarrollar una percepción sana de sí mismos, sino
más bien, que los hijos que cuentan con la figura de un padre y una madre que
son cristianos genuinos tendrán una
mayor ventaja, sobre los que no; acordémonos, como también lo menciona el
autor, de que hay otros factores de carácter externo que configuran la
concepción de nuestra identidad en la niñez.
Factores de los cuales en
otra oportunidad voy a compartir contigo en este medio. En mi caso por ejemplo,
yo tuve la dicha de crecer en un hogar cristiano, en el que he contado con la
figura de dos padres amorosos, y fieles servidores del Señor, ambos desde muy
pequeños se preocuparon por demostrar su amor hacía mi hermano y yo, de
encaminarnos en el camino de la fe, y de educarnos lo mejor que pudieron; aun
así, tuve que enfrentar situaciones en mi niñez que sin duda alguna afectaron
la concepción de mi identidad, y con lo cual tuve que trabajar para superarlo.
Esto no va en contra de la
tesis de McDowell, pues fue el trabajo y amor de mis padres, trabajo que
hicieron ambos, lo que me ayudo a superar mis problemas de identidad,
probablemente si no hubiera contado con el pastoreo de mi padre y el
acompañamiento y enseñanzas de mi madre hubiera sido más difícil para mí superar
esos problemas, pero sobre todo la gracia de Dios obrando en mí.
Es esa gracia de Dios la que
nos ayuda a enfrentar y superar todos aquellos complejos e ideas negativas
sobre nosotras mismas, tanto si provienes de un hogar ideal o no. Josh McDowell afirma además que no somos
responsables de como nuestras familias influenciaron en nuestro sentido de
identidad porque no las elegimos.
Tú no elegiste a la familia
en que naciste, no elegiste a tus padres o tutores, pero es necesario que
comprendamos que la diferencia que haya con respecto al plan ideal de Dios,
habrá afectado la interpretación actual de nuestra identidad. Por tanto, si tú
has estado batallando con sentimientos negativos acerca de ti misma, debes
combatirlos con las verdades que Dios tiene en su Palabra para ti, aprópiate de
ellas, y esas heridas del pasado sanarán.
Aquí te dejo diez verdades que
reflejan tu verdadera identidad, pero en la Palabra de Dios hay muchas más:
1- Soy hija de Dios (Romanos 5:1)
2- Dios me ama con amor eterno (Jeremías 31:3)
3- Tengo paz con Dios (Juan 1:12)
4- El Espíritu Santo habita en mí (1Corintios 3:16)
5- Tengo acceso a la sabiduría de Dios (Santiago 1:5)
6- Dios me ayuda (Hebreos 4:16)
7- Tengo la reconciliación con Dios (Romanos 5:11)
8- No tengo ninguna condenación (Romanos 8:1)
9- He sido justificada (Romanos 5:1)
10-Tengo la justicia de Dios (Romanos 5:19; 2Corintios 5:20)
Para la redacción de este artículo se utilizó la siguiente referencia
McDowell,
Josh (2001) Mírate como Dios te mira.
Editorial Vida. Miami, Florida 33166. 206 pág.
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