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lunes, 12 de septiembre de 2016

¿Cuál es el plan de Dios para una identidad sana?






A veces creemos que los temas relacionados a la identidad y autoestima son solo para abordarlos en la adolescencia, y que en nuestra edad adulta ya no es de interés o necesario dar un espacio para analizarlos, pero la verdad es que nunca está demás revisar los conceptos que tenemos sobre lo que percibimos como nuestra identidad y más aún si lo hacemos bajo la perspectiva bíblica.


En su libro "Mirate como Dios te mira", Josh McDowell afirma que el plan de Dios óptimo para que tengamos una identidad sana comienza con una familia cristiana: un hombre y una mujer plenamente consagrados a amar a Dios y amarse mutuamente como marido y mujer.


Ahora ¿por qué McDowell utiliza la palabra óptimo para referirse al plan de Dios para una identidad sana? Con esta palabra está dando por sentado que no hay otro camino  que pueda ser mejor al ya establecido por Dios, nosotros podemos recurrir a la voz de psicólogos, especialistas en el área, leer infinidad de libros, (incluyendo el de McDowell), pero ninguna filosofía, ni ciencia podrá darnos una respuesta completa como lo hace lo que la misma Palabra  de Dios nos dice sobre cómo llegar a ser  personas completas, únicas y competentes. 



Dios ha establecido que para que podamos tener una saludable identidad propia, la base de su desarrollo debería ser en el núcleo de una familia “Cristiana”, es decir que no es suficiente el crecer en una familia donde se cuenta con la figura de papá y mamá, sino que en esta familia debe ser evidente que ambos están completamente dedicados a amar a Dios porque es el centro de su vida y matrimonio; y amarse el uno al otro.


Esto no quiere decir que las personas que no tienen la dicha de crecer en un hogar donde estén las dos figuras presentes no puedan desarrollar una percepción sana de sí mismos, sino más bien, que los hijos que cuentan con la figura de un padre y una madre que son cristianos  genuinos tendrán una mayor ventaja, sobre los que no; acordémonos, como también lo menciona el autor, de que hay otros factores de carácter externo que configuran la concepción de nuestra identidad en la niñez.


Factores de los cuales en otra oportunidad voy a compartir contigo en este medio. En mi caso por ejemplo, yo tuve la dicha de crecer en un hogar cristiano, en el que he contado con la figura de dos padres amorosos, y fieles servidores del Señor, ambos desde muy pequeños se preocuparon por demostrar su amor hacía mi hermano y yo, de encaminarnos en el camino de la fe, y de educarnos lo mejor que pudieron; aun así, tuve que enfrentar situaciones en mi niñez que sin duda alguna afectaron la concepción de mi identidad, y con lo cual tuve que trabajar para superarlo.


Esto no va en contra de la tesis de McDowell, pues fue el trabajo y amor de mis padres, trabajo que hicieron ambos, lo que me ayudo a superar mis problemas de identidad, probablemente si no hubiera contado con el pastoreo de mi padre y el acompañamiento y enseñanzas de mi madre hubiera sido más difícil para mí superar esos problemas, pero sobre todo la gracia de Dios obrando en mí.


Es esa gracia de Dios la que nos ayuda a enfrentar y superar todos aquellos complejos e ideas negativas sobre nosotras mismas, tanto si provienes de un hogar ideal o no.  Josh McDowell afirma además que no somos responsables de como nuestras familias influenciaron en nuestro sentido de identidad porque no las elegimos.


Tú no elegiste a la familia en que naciste, no elegiste a tus padres o tutores, pero es necesario que comprendamos que la diferencia que haya con respecto al plan ideal de Dios, habrá afectado la interpretación actual de nuestra identidad. Por tanto, si tú has estado batallando con sentimientos negativos acerca de ti misma, debes combatirlos con las verdades que Dios tiene en su Palabra para ti, aprópiate de ellas, y esas heridas del pasado sanarán


Aquí te dejo diez verdades que reflejan tu verdadera identidad, pero en la Palabra de Dios hay muchas más:



1- Soy hija de Dios (Romanos 5:1)


2- Dios me ama con amor eterno (Jeremías 31:3)


3- Tengo paz con Dios (Juan 1:12)


4- El Espíritu Santo habita en mí (1Corintios 3:16)


5- Tengo acceso a la sabiduría de Dios (Santiago 1:5)


6- Dios me ayuda (Hebreos 4:16)


7- Tengo la reconciliación con Dios (Romanos 5:11)


8- No tengo ninguna condenación (Romanos 8:1)


9- He sido justificada (Romanos 5:1)


10-Tengo la justicia de Dios (Romanos 5:19; 2Corintios 5:20)






Para la redacción de este artículo se utilizó la siguiente referencia

McDowell, Josh (2001)   Mírate como Dios te mira. Editorial Vida. Miami, Florida 33166. 206 pág.

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