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miércoles, 7 de septiembre de 2016

¿Quién es mi dueño?



Si vivimos, para el Señor vivimos; y, si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos o que muramos, del Señor somos. Romanos 14:8


Una de las aseveraciones promovida por los movimientos que luchan por el empoderamiento de la mujer es “Tu cuerpo es tuyo, y nadie tiene derecho sobre él”, esta es una afirmación que ha sido defendida y promovida por todos aquellos que luchan contra el maltrato y la violencia contra la mujer, pero también es una afirmación que puede ser mal utilizada para justificar una vida desordenada y vacía. En 1Cor. 6:19
 se nos dice muy claramente que no somos dueñas de nuestro propio cuerpo: ¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños y en 1Cor.3:23, Pablo da la respuesta de a quién realmente le pertenecemos:y ustedes son de Cristo, y Cristo es de Dios.”


La filosofía del mundo le ha vendido a la mujer la mentira que ella es la dueña de su destino, y que nadie más que ella puede decidir qué hacer con su vida, y al mismo tiempo le ha abierto la puerta a un mundo de falsas libertades que lejos de permitirle llevar una vida plena la someten a la esclavitud del pecado, cuando la verdad en la Palabra nos dice que somos pertenencia de Cristo, solo cuando aceptamos esta verdad y  aceptamos que él sea el centro de nuestra vida, sometiéndonos  a su voluntad podemos experimentar la verdadera libertad. (Rom. 11:36; Jn. 8:32). Si quieres ser realmente libre, acércate al único que pude darte libertad.

Para pensar:
¿Cómo cambia nuestro modo de pensar, sentir y actuar cuando reconocemos que somos pertenencia de Jesucristo?

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