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jueves, 5 de enero de 2017

Dame un corazón limpio y recto




“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.” 1Juan 1:9

Estamos iniciando un nuevo año, ¡acabamos de concluir la primera semana del 2017!, y muchas de nosotras aprovechamos esta época para revisar nuestras metas, escribir nuestros propósitos del año, hacer cambios, como por ejemplo: Este año voy a leer más, este año haré más ejercicio, este año mejoraré mi alimentación; ¿no te parece familiar? Yo en lo personal ya escribí los míos, pero ¿no te ha pasado que inicias el año con un gran entusiasmo, pareciera que sí lo vas a lograr pero a medida que transcurren las semanas  vamos dejando que la rutina y las diferentes ocupaciones nos roben el entusiasmo? y ¿por qué no decirlo? La falta de disciplina, haciendo que terminemos dejando de lado nuestros “buenos propósitos”… ¿¿??... Puede ser que en este momento estés pensando “Oye, arriba acabo de leer 1 Juan 1:9, pero tú me estás hablando de metas y propósitos, ¡Tranquila! Déjame explicarte, comencé de esta manera porque quiero compartirte algo que puede ser un buen propósito para este 2017. La mayoría de nosotras conoce 1 Juan 1:9 incluso lo sabemos de memoria, y aunque generalmente este verso es utilizado en evangelismo,  también a las que ya tenemos algún tiempo de “caminar con el Señor” tiene un mensaje muy especial que darnos, y este mensaje tiene que ver con el hecho de que a pesar de ser cristianas, de haber nacido de nuevo, de incluso ser bautizadas y servir fielmente en una iglesia, muchas de nosotras sigue arrastrando ciertas situaciones en nuestra vida que no nos permiten que tengamos la vida fructífera que Dios desea que tengamos y la razón es: ¡que nadie es perfecto! Tú no eres perfecta, yo no soy perfecta, las líderes de mujeres de tu iglesia no son perfectas, la esposa de tu pastor no es perfecta, esas grandes mujeres de Dios de las que nosotras hemos leído o escuchado tampoco lo son.


Pero entonces ¿cómo logramos tener la vida fructífera que Dios desea para nosotras? ¿Cómo conseguimos la rectitud de corazón de manera que alcancemos las bendiciones que Dios tiene para cada una de nosotras? Siguiendo el ejemplo de David. David no fue un hombre perfecto, todas conocemos su historia, hizo muchas cosas que están lejos de ser ejemplo de un hombre con un corazón recto, pero David tenía una cualidad particular que lo llevo a ser llamado un hombre conforme al corazón de Dios, (1Samuel 13:14)  y era el hecho de que David estaba pronto a reconocer cuando había fallado, lo confesaba y se arrepentía genuinamente, durante toda su vida, David buscó a Dios. 


Amiga si tú en verdad quieres tener una vida fructífera, un corazón recto que agrade a Dios, es necesario que continuamente examines tu vida con cuidado. Y eso requiere de mucho coraje, se necesita valor para pedirle a Dios que nos muestre lo que hay en nuestro corazón, en nuestra mente y espíritu que a él no le agrada. Y es porque a veces no nos damos cuenta, pero muchas más veces, nosotras sabemos qué de nosotras no le gusta a Dios pero no queremos renunciar a ello.  Se requiere valor para aceptar en qué nos estamos equivocando, para confesarlo y arrepentirse genuinamente, porque el arrepentimiento conlleva un cambio en nuestro modo de actuar, pensar y sentir.


¿Por qué la confesión es importante? Porque el pecado acarrea consecuencias 


“Mientras callé, se envejecieron mis huesos
en mi gemir todo el día,
porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano;
se volvió mi verdor en sequedades de verano”.
Salmo 32:3-4

Mientras que la confesión y el arrepentimiento producen dicha en el corazón del hombre que se sabe perdonado por Dios.


“Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada
y cubierto su pecado.
Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad
y en cuyo espíritu no hay engaño”.
Salmo 32:1-2


¿Te das cuenta? Y ahora que estamos en la época de los inicios, puede ser un buen momento para que nos decidamos a desprendernos de esa carga que nos hace más difícil nuestro camino, como le sucedía al personaje “Cristiano”  del “Progreso del Peregrino”,  pídele al Señor que te muestre en qué áreas de tu vida tienes cargas de las que debes liberarte, y si ya sabes a lo que me estoy refiriendo, pídele también que te ayude a admitir con todo detalle tu pecado y luego arrepentirte por completo de ello. Recuerda, él es fiel y justo para limpiarnos de toda maldad.

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